La mantequilla o los quesos son los que protagonizan la mayoría de las ventas de esta empresa asturiana que está en cinco países.
Francisco Rodríguez, su fundador, lo tenía muy claro en 1959 cuando fundó la empresa Industrias Lácteas Asturianas (Ilas). Aunque el momento, a priori, no parecía el más propicio, la leche como tal no era un gran negocio y tampoco lo era el mercado interior. Con estos planteamientos se registraba la marca Reny Picot, que era el buque insignia de la empresa y que tenía en el queso Camembert, la principal baza para dar un aire francés al proyecto.
Una empresa asturiana con una filosofía que le ha llevado al éxito
Seis décadas más tarde, el presidente y propietario del grupo se reafirma en esta filosofía: «Cuando uno elabora un refresco o vende agua, comienza con la ventaja de que tiene una materia prima barata y que puede destinar una parte muy importante de sus ingresos a la promoción o la publicidad; cuando uno debe comprar una materia prima cara, como es la leche, tiene la necesidad de elaborar productos con un mayor valor añadido para conseguir mayores rendimientos, y más cuando en la actualidad la marca blanca barata se ha convertido en una amenaza añadida contra la rentabilidad de las empresas».
Esta empresa es de tamaño mediano, pues adquiere algo más de 300 millones de litros de leche frente casi un millón de litros que recoge la que es actual líder, la francesa Lactalis (Puleva, Lauki, President…), pero la facturación llega a ser de 700 millones de euros.
Esta facturación es básicamente por la venta de mantequilla, leches especiales y especialmente quesos. En 2017 llegó a tener un beneficio neto con 3,4 millones. Más de la mitad de las ventas son fuera de España, pasando a ser la única empresa lechera española con una gran presencia industrial en el mundo. El grupo ha proyectado unas inversiones por valor de 18 millones para seguir en su crecimiento en Estados Unidos y en Latinoamérica.
La filosofía por la que ha optado Reny Picot para su crecimiento está basada en el desarrollo de una política de producción en cada país donde se encuentre. Puede ser con fábricas de nueva creación o comprando instalaciones ya en funcionamiento. «Es importante la política comercial, pero mucho más es hacerlo a partir de plantas de producción, en zonas estratégicas que te permitan acceder más fácilmente a otros mercados».
Una particularidad: su nombre afrancesado
En los años sesenta, como actualmente, los quesos franceses tenían una reputación magnífica. Por este motivo eligieron una marca comercial con cierta connotación gala, René Picot.
Según su presidente «Pero, una vez en presencia del agente de la propiedad industrial, el funcionario nos propuso la alternativa de cambiar a Reny Picot ya que, al no ser nombre propio, era fácilmente registrable». Por lo tanto, por la fama de los productos del país vecino nació Reny Picot SL.
Una historia que desde luego habla muy bien de una empresa que ha sabido adaptarse a los tiempos y a sus fortalezas. Seguro que alguno de nuestros lectores pensaba que era una empresa francesa ¿no? Pues es tan española como de la mismísima Asturias.