Un año más, La Real Casa de Correos ha acogido el Salón de Vinos de Madrid, una cita anual en la que bodegueros de la Comunidad, sumilleres, enólogos, hosteleros y otros agentes del sector se reúnen para descubrir las últimas novedades y disfrutar de los excelentes vinos de la zona.
“El vino es un producto del que como madrileños y españoles nos sentimos orgullosos. Es una carta de presentación al mundo”, aseguraba la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el arranque institucional de un evento que cumple su vigésima edición.
70 municipios, más de 3000 viticultores y más de 50 bodegas son algunos de los datos más relevantes de esta Denominación de Origen que, tal y como anunció la presidenta, exporta 4 millones de botellas al año y tiene como objetivo alcanzar los 6 millones. El sector “no ha hecho más que mejorar y tenemos una firma apuesta por él”, anotaba en su intervención.
“Ha sido un año lleno de cambios, en el que se ha conseguido consolidar la marca Vinos de Madrid como vinos de calidad”, apuntaba Antonio Reguilón, Presidente de la DO, quien recordaba la principal novedad del 2019, la incorporación de la Subzona El Molar a la demarcación geográfica protegida.
Después de casi 10 años de trabajo, Europa finalmente ha reconocido esta franja norte dentro de la Denominación, con la suma de 11 nuevos municipios, lo que enriquece enormemente el mapa de los vinos madrileños y reconoce un viñedo con más de 100 años de antigüedad. Esta novedad “nos completa como la verdadera Denominación de Origen Vinos de Madrid”, celebraba el presidente.
De esta manera, la garnacha más septentrional y su malvar han entrado a formar parte de una gran familia que se distingue por su variedad. “De las garnachas de San Martín a 800 o 900 metros de altitud a los tempranillos de la zona de Arganda, en Morata o Colmenar de Oreja. Lo que nos define es que somos muy diferentes dentro de una misma DO”, explicaba Reguilón.
Año de alegrías pero también de titánicos esfuerzos, como los que se han tenido que hacer para enfrentar a la sequía, los incendios, las plagas de conejos y jabalíes o las inundaciones, catastróficas circunstancias ante las que ha habido que “levantarse, renovarse y seguir adelante”.
Cada vez más consolidados, con mayor presencia en las cartas de los restaurantes, en los lineales de los supermercados o en las barras de los bares y tabernas, los vinos de Madrid empiezan a brillar entre las Denominaciones más tradicionales.
Son miles de historias humanas, con sus nombres y apellidos, las que narran esta bonita novela, abierta a todos los públicos. Madrid tiene su propio viñedo, un viñedo con historia. Tiene sus propios vinos, cada vez más y mejores. Y ofrece experiencias enoturísticas únicas en un radio de apenas 50 kilómetros.