Bruselas está trabajando en un gravamen para que el sector agroganadero pague por la contaminación de su actividad.
Los ganaderos y agricultores europeos van a pagar caro el calentamiento global, no solo por los efectos del cambio climático que son previsibles sobre el ganado y las cosechas, también porque las autoridades comunitarias son las que buscan la forma de hacerles pagar por las consecuencias que los gases de efecto invernadero tienen en su actividad.
Los ganaderos en este sentido van a tener que pagar un impuesto por las ventosidades que emitan sus redes. En la mesa de Bruselas encontramos la posibilidad de gravar la producción agroganadera en su propio territorio.
Se está planteando imponer un impuesto a la leche y carne europea para controlar la actividad de un sector que llega a ser responsable del 10% de las emisiones de gases de invernadero de efecto invernadero a la atmósfera, un porcentaje que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) llega a elevar hasta el 20 % en el conjunto del planeta.
Pese a que hasta el momento no han podido trascender datos concretos sobre el alcance de dicha medida, los expertos la engloban en el nuevo marco normativo para el periodo comprendido entre el 2021 y el 2030, el cual persigue reducir un 40% las emisiones de esta clase de gases nocivos.
En todo caso, no hablamos de la primera vez que se planteará una iniciativa de esta clase, la cual perseguirá reducir el consumo de carne y también el número de rumiantes que se consideran como importantes productores de metano, un gas que cuenta con 23 veces más poder para atrapar el calor que el dióxido de carbono que producen los automóviles.
Una vaca puede llegar a producir al día sobre 300 litros de metano
Esta cantidad, aunque alta, en principio no nos dice mucho. Si decimos que esta cantidad valdría para el mantenimiento de una nevera de pequeño tamaño, entendemos la importancia que tiene reducir este problema.
Una de las soluciones es cambiar la alimentación de los animales para que se reduzca la cantidad de gases que genera el rumen de las reses en el proceso digestivo. Ya hay varias iniciativas en forma de aditivos alimentarios que, con diferente éxito, quieren rebajar las emisiones que se producen de metano a la atmósfera.
Existen algunas explotaciones que se han lanzado decididamente a aprovechar la fermentación de los purines y el estiércol que producen los animales a la hora de generar energía. Todo ello es posible por la colaboración de unos colectores especiales capaces de aprovechar la capacidad energética del metano a la hora de proporcionar calor o electricidad a las viviendas y granjas.
La colocación de una instalación de esta clase en una granja vacuna gallega de tamaño medio oscila entre los 60.000 y los 70.000 euros, que son unas cantidades que se amortizan en algo más de cinco años, según han apuntado desde una de las empresas que se dedican a fabricar esta clase de equipos para el aprovechamiento del metano.