Los palangreros de A Guarda y Kesennuma mejoran los barcos y la comunicación vía satélite para atraer la mano de obra juvenil.
Si tuviera que hermanarse con alguna localidad, A Guarda encontraría su alma gemela a 15.000 kilómetros, la distancia que la separa de Kesennuma, en Japón.
Tanto un pueblo como el otro tienen al pez de espada, los tiburones y otras capturas del palangre de superficie su forma de vida.
Un 14,3% de los afiliados a la Seguridad Social en A Guarda están dados de alta en el Régimen Especial de los Trabajadores del Mar. En Kesennuma existen del orden de unas 40 empresas de procesado de pescado y una flota que llega a proporcionar empleo a un 10% de la ciudad, después que el puerto pesquero tuviera que recomponer su flota después del tsunami que abrió las tripas de Fukushima dejara los barcos sobre el asfalto.
Las similitudes no acaban ahí, puesto que los espaderos gallegos y los nipones tienen la misma presión social por parte de las organizaciones conservacionistas.
Los dos están inmersos en la tarea de ver que sus prácticas son sostenibles, los guardeses liderando el Proyecto de Mejora de Pesquería Blues, el primero del planeta que ha incluido al tiburón y los japoneses intentando lograr una certificación sostenible. Las dificultades a la hora de lograr tripulantes para sus embarcaciones también son similares.
Dos partes del mundo alejadas, pero con problemas comunes
«Parece mentira que estando uns nunha punta e outros noutra as frotas sexan case xemelgas e os problemas os mesmos», cuenta Joaquín Cadilla, presidente de la Organización de Palangreros Guardeses (Orpagu).
Esta crisis vocacional que sucede en Galicia también ocurre en Japón, incluso más grave allí, por la falta de relevo de generaciones que hace que en un pesquero japonés pueda mandar un patrón septagenario.
El problema no es solo que no haya titulados, también hay dificultades a la hora de completar el cuadro de tripulaciones mínimas. Son bastante pocos los jóvenes que buscan en el mar su futuro y menos aún la alta mar, donde se salen tres meses fuera.
La falta de relevo pone en serio peligro el futuro de la pesca. Esto ha hecho que asesorados por los mismos técnicos de la Universidad de Tokio, que junto con los de Noruega visitaron en estos días Galicia, han aplicado idénticas recetas a la hora de hacer atractiva dicha actividad.
Una de ellas es que mejore la actividad a bordo, por lo que los barcos deben ser lugares más cómodos y la otra invertir en mejores comunicaciones vía satélite que hagan posible que los trabajadores del barco puedan encontrar información de lo que ocurre a cientos de millas de distancia cara a mantener una relación en tiempo real con las familias mediante redes sociales o videollamadas.
Algo de lo que han tomado nota en Japón es la iniciativa por parte de los guardeses para lograr savia nueva para sus barcos: impulsar la promoción interna sufragando los estudios a los mejores marineros a fin de que logren la titulación de patrón.