El cangrejo azul (Callinectes sapidus), presente actualmente en Cataluña, es una especie de crustáceo alóctono no catalogado como especie invasora en el Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto, por el cual se regula el Catálogo español de especies exóticas invasoras. El primer ejemplar fue visto en el 2012 en la laguna de la Tancada, y en cinco años su explosión demográfica le ha llevado a ocupar la llanura deltaica. Capaz de adaptarse a todo tipo de ambientes acuáticos (se mueve en aguas saladas o dulces), ha arrinconado al cangrejo autóctono. Voraz y activo, este omnívoro llega a pesar hasta 1,5 kilos, es capaz de nadar y está ocasionando un fuerte impacto sobre los bivalvos del Delta (incluidos los ejemplares de la acuicultura) desde que llegó transportado en aguas de lastre de algún barco.
La Dirección General de Pesca presentó en septiembre un plan para combatir la proliferación de esta especie, cuya principal estrategia es su pesca intensiva comercial. Este plan persigue canalizar las capturas a través de las lonjas pesqueras, revalorizar el producto y garantizar su trazabilidad hasta el consumidor. Las expectativas de disponer de un nuevo recurso económico crecieron cuando el cangrejo llegó a ser subastado por 10 euros el kilo, aunque ahora su precio ha descendido notablemente debido a la saturación del mercado y la sobreoferta.
En 2017, se capturaron 12 toneladas, una cantidad sensiblemente inferior a lo capturado en 2018: 60 toneladas, casi cinco veces más. En 2019, la tendencia no ha hecho más que acentuarse. Los pescadores de la Cofradía de Sant Carles de la Ràpita están capturando más de una tonelada de cangrejo azul de media por cada día de salida al mar durante lo que llevamos de enero. Una cifra (12,3 toneladas en sólo dos semanas) que supone un récord mensual absoluto y que supera el total de lo capturado en 2017.
La multiplicación de las capturas y el consiguiente exceso de oferta, sin embargo, han provocado que los precios, más allá de un ligero repunte en las pasadas fiestas navideñas cuando alcanzaron los 5 euros el kilo, hayan descendido hasta los 2 euros. Por ello los pescadores consideran imprescindible que se siga estimulando la demanda de esta especie para darle salida comercial y poder seguir empleando la sobreexplotación como método para frenar su expansión.